Ad Minoliti
Cuentos peluche / Furry Tales
27 ene - 24 mar
Fantástico Interior. Escena I
No es una coincidencia que Cuentos peluche dé inicio a este recorrido curatorial dividido en cuatro escenas llamado Fantástico interior. La instalación de Ad Minoliti crea en la Sala A de La Casa Encendida un escenario especulativo en el que se presta atención a la infancia y a su dimensión política y queer, tratando de descifrar los cimientos conceptuales que empezaron a moldear lo que nos construye en el presente.
Este proyecto crea una instalación inmersiva que navega de forma sutil a través de las estrategias simbólicas que el sistema utiliza para darnos forma y asignarnos una identidad desde que comenzamos a existir, dentro de un sistema binario. Para ello, Ad Minoliti utiliza el mundo de los cuentos, tan común en el universo infantil, inventando un espacio de ficción en el que desordena y reinterpreta un cuento que seguro que a todos nos han contado: Caperucita Roja.
Le artiste crea en la Sala A un bosque geométrico ficticio inspirado en aquel por el que paseaba Caperucita para llegar a casa de su abuela. Este espacio teóricamente salvaje por el que la Caperucita original temía caminar sola se convierte en el universo de Minoliti en un paisaje multicolor que se inspira en el arte geométrico, pero también en el diseño doméstico de los setenta y los ochenta. Minoliti, que se formó inicialmente en la pintura, entiende esta técnica como un campo expandido que es capaz de crear atmósferas inmersivas como la de este bosque de fábula, en el que conviven grandes murales diseñados por le artiste con pequeñas obras sobre lienzo. Es posible que en este bosque creamos ver rostros, árboles, ranas, lobos y demás personajes de esas historias que nos contaron hace mucho; sin embargo, aquí solo hay triángulos, círculos, cuadrados. Esta tendencia a la personificación y la asignación de identidades que produce en nosotros el uso que Minoliti hace de la geometría se revela como una estrategia deliberada en la que elle trata de cuestionar nuestra tendencia a la asignación de identidad que, desde pequeños, nos enseñaron como la única posibilidad de interpretar la realidad. Esta categorización automática se aplica también a cuestiones como el género o la sexualidad, convirtiendo lo no binario en algo que no podemos categorizar y que, por lo tanto, es discordante.
En este escenario, tan acogedor como disidente, vamos a presenciar, no obstante, una narración distinta a la que siempre nos contaron. Conoceremos a una Caperucita que ha devenido en CAp, una persona no binaria que conoce a Lobe, un animaloide que no es agresivo ni peligroso ni tiene intención de devorar a su abuelita. CAp y Lobe se encuentran y deciden conocerse y pasear por este bosque que ya no es un lugar de peligro sino todo lo contrario; aquí no hay prejuicios ni moralidades impuestas. Esta historia se cuenta en el espacio a través de una fotonovela que, a modo de cuentacuentos, nos recibe en la sala y recoge las acciones de una performance, interpretada por Hapi Hapi y Marcus Massalami, que se activa en directo en dos ocasiones.
Los vestidos utilizados por CAp y Lobe son creaciones de Feli Quispe con una cita homenaje a Susy Shock y están presentes en el espacio vistiendo a dos furries. Los furries son personajes bastante conocidos en la cultura popular que se caracterizan por imaginar una trans-especie de aspecto animalesco, pero con capacidades humanas. Utilizar a furries para encarnar a CAp y Lobe cuando les actores están ausentes supone una acción deliberada de Ad Minoliti, ya que estos personajes enuncian una identidad de género fluida y no binaria que navega entre lo tierno y lo sexual. Es en este espacio y en su relación con la infancia donde se sitúa esta exposición, intentando cuestionar un sistema de representación en el que lo queer es solo una ausencia.
Cuentos peluche supone una primera parada en este recorrido a través de lo interior, que realizamos volviendo al principio, a la infancia, a ese punto de partida que luego trajo todo lo demás. Esta exposición imagina una infancia que no se bifurca en dos direcciones sino que busca con cuidado sus opciones, porque, como dice le artiste, tal vez ha llegado el momento de que los niños dejen de ser el futuro para ser capaces de decidir su presente.